Saturday, November 19, 2011

Sentido del humor, síntoma de juventud


Cuántas veces hemos intentado huir al escuchar la temible frase; aprietas la mandíbula, te rascas la cabeza y miras hacia abajo mientras maldices al que estableció las normas de educación. Te llaman la atención y con expresión desafiante le sostienes la mirada, ahí viene; y no sin previo aviso comienza, ¨la juventud de hoy en día… ¡otra vez no por favor!… ¨en mis tiempos…¨ y por fin tras media hora de monólogo, satisfecho te libera. El se va tan contento por donde ha venido pero tú sigues masticando cada una de las palabras y te preparas para su correspondiente indigestión.

Decides sentarte en el banco más próximo, necesitas estar solo pero parece que hoy todo va en tu contra y un viejecito decide hacerte compañía. No solo desafía todo sentido de la lógica sentándose en tu banco (estando los tres próximos vacíos), sino que decide dejarse de formalidades y asalta los dos metros de rigor de espacio vital. Le miras alucinado y él te contesta con lo que en su día fue la más agraciada de sus sonrisas.

Tu cara lo dice todo pero aun así no parece intimidarle lo más mínimo, es más, te responde con un sonoro ¨ ¿qué hay?¨ mientras muestra lo que parece un repentino interés por tu mochila. El saludo te molesta asique silenciosamente coges la mochila, abres la cremallera, finges buscar algo y repentinamente le muestras un buen corte de manga en signo de lo que hay. En tus adentros piensas que eso será suficiente pero la estridente respuesta llega enseguida a tus oídos, no te lo puedes creer, ¡se está riendo! Y en ese momento te das cuenta de lo ridículo de la situación y de que si hay algo que perdura generación tras generación es el sentido del humor.

Como por arte de magia se forma un vínculo entre los dos, que se ve amenazado por unos segundos en los que sufres lo tuyo por miedo a ser responsable de un posible ahogamiento.

Mientras se quita las lágrimas de los ojos, cambia de postura para poder verte mejor y con una sonrisa inquisitiva te pregunta qué te pasa. Ya no dudas y respondes mirando distraídamente a tus zapatillas que estas harto de que los mayores piensen que saben cómo eres, que te tipifiquen y te metan en el mismo saco que muchos otros.

Se oye un suspiro y alzas la vista, y mirándote fijamente con ojos comprensivos te responde con un ¨tú vas y yo vuelvo; siempre se ha opinado sobre la juventud, los mayores evocan aquellos tiempos o bien ensalzándolos o decolorándolos hasta conseguir el mismo resultado, un gran contraste con la juventud actual¨.

Me quedo pensando y creo comprender; ¿entonces no es la juventud la que ha cambiado, sino su percepción?

- ¨exactamente, aunque hay matices que cambian, como el hecho de que sois una generación acomodada ¨.

Me dispongo a protestar pero se me adelanta,

- ¨Pero aun así la juventud seguirá siendo juventud; soñadora, inquieta, libre, impaciente, vulnerable y llena de esperanza e insatisfacción. Sois futuro y por eso los mayores nos sentimos responsables de vosotros; en algún momento otros estarán a vuestro cargo y lo entenderéis ¨.

El viento decidió intervenir y con sorprendente fuerza cargó contra lo que parecía la única posesión del anciano, un trozo arrugado de periódico. Por impulso, corrí detrás de él a pasar de la indiferencia que el mostraba, y tras una larga y acalorada persecución regresé victorioso. Pero él había desaparecido, tras mirar repetidas veces a mi alrededor me senté para echar un vistazo a mi trofeo. Se trataba de una sopa de letras, aunque más bien era una radiografía de mi generación.

Desde ese día ocupa un lugar privilegiado, me acompaña todos los días pegado en mi carpeta.

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